Como comenté en el artículo “¿Cómo plantar una vid?”, la premisa de cualquier productor es minimizar costes y maximizar beneficios.
Tras una larga investigación, expertos en el cultivo de la vid llegaron a un método conocido como espaldera, en el cual se “extienden” las ramas de la vid de forma que sólo pueden crecer en un sentido. Este método, garantiza la calidad de la cosecha en los cultivos y además, permite reducir costes.
¿En qué consiste la espaldera?
El término espaldera viene de la forma de la estructura que conduce las vides. Del tronco de la cepa salen dos ramas principales que crecen en el sentido del cable guía, que se coloca perpendicular al crecimiento de la vid.
Las regiones más avanzadas en el área de la viticultura aplican este sistema de conducción a los cultivos, tanto por la mejora del rendimiento productivo como por las ventajas que ofrece en la aplicación de tratamientos fitosanitarios.
Los beneficios más destacados que aporta el sistema de espaldera son los siguientes:
- Permite aprovechar mejor el marco de plantación (mayor densidad de plantas).
- El cableado constituye un buen soporte de las plantas, facilita las labores de vendimia, de poda en invierno, y aumenta la resistencia de las plantas a la acción del viento y de otros accidentes causados por la climatología.
- Disminuye el riesgo de mildiu debido a la mejor aireación de cada planta.
- Se intensifica la función clorofílica de la planta generando más superficie foliar, y se consigue una mejor maduración de la uva al recibir más luz solar directa en los racimos, obteniendo frutos más sanos y con mayor contenido de azúcares.
- Ahorro en la mano de obra al quedar las cepas a una altura adecuada para el laboreo. Éste método permite duplicar en el tiempo el área de actuación de una persona, permitiendo incluso la mecanización del cultivo.
- Permite una mejor gestión de las podas, siendo éstas más equilibradas y con menos cortes, lo que disminuye las lesiones en la planta y evita un envejecimiento prematuro de la cepa.
¿Cómo se implanta la espaldera?
Una vez realizadas las labores en el terreno para preparar el suelo (abono, enmiendas… etc.), comenzamos el montaje del sistema de conducción.
Una línea de espaldera está formada por:
- Dos extremos (cabeceros): Colocados uno al principio y uno al final de cada línea, que se caracterizan por ser más robustos y un poco más largos (40 cm más) que los postes intermedios, pues van a soportar una importante tensión. Se suelen clavar con una inclinación de unos 60º respecto a la línea.
- Intermedios: Normalmente se colocan cada 5 o 6 cepas. Los postes intermedios vienen perforados o con una serie de anillas, que nos permiten colocar los cables a diferentes alturas en función del crecimiento vegetativo de la planta en ese momento.
- Cable: Se utilizan dos tipos de cable o alambre, uno principal para la fase de formación de vid (guía) y otros secundarios para dar soporte a la vegetación (pueden ser 2, 3 o 4 líneas de hilo). Los diámetros pueden variar de 0,2mm a 0,6mm. Normalmente el de formación es de 0,4/0,6 mm y los de vegetación de 0,2/0,4 mm, en función de la carga que va a soportar. La tensión de los cables no debe ser excesiva en los hilos de vegetación, solamente el de la guía de formación debe estar tenso. Opcionalmente, se puede colocar un alambre para la sujeción de la goma de riego paralelo a la guía, ligeramente más bajo..
En el artículo “Implantar un viñedo por menos de 150 euros” detallo paso a paso, la implantación de este sistema en mi primer micro-viñedo.
Diseño de la plantación.
La mayoría de los principales países que explotan el cultivo de la vid implantan, en sus viñedos, el sistema de conducción de espaldera en línea o calles.
En este sistema, los intervalos más recomendados entre líneas son de 1,5 a 3,6 metros, según las intenciones de mecanización; y la distancia entre cepas oscila entre 0,9 y 2 metros. Se recomienda que la disposición de las filas sea siempre a favor de los vientos dominantes de la zona, procurando dar siempre que sea posible, orientación norte-sur. Las pérdidas de rendimientos por mala orientación se estiman entre el 20 y 25% de la producción y, como comentaba al comienzo del artículo, en una buena gestión debemos velar por maximizar los beneficios en el viñedo.